domingo, 15 de agosto de 2010

Dulce locura

Debo confesar que disfruto del sufrimiento que me provocas. Y no te lo tomes como reclamo y mucho menos como reproche pues me atrevo a decir que para mí, no hay mejor sensación que el etéreo dolor de extrañarte; de sentir el vacío húmedo que deja tu lengua en mi boca después de cada beso. Claro, no puedo ignorar la insania que me causa tu ausencia, pero tampoco puedo negar el suave placer que me produce respirar un aire que pide a gritos tu aroma. Ese que tanto me gusta y ni siquiera tú sabes distinguir.
Dime demente si quieres. Si serlo es gozar el eco de tu voz al teléfono y saberte lejos… definitivamente te estás convirtiendo en mi locura.

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